Sake y una cajita feliz, para llevar — Valerie Dempsey

Ahora es cuando todos nos preguntamos ¿Cómo diablos alguien como ella era una estratega destacada, digna de trabaja en una de las mejores divisiones de inteligencia que había? Máquina de tortura, peor que los mismos dictadores. Bueno, esa era Summer, la misma chica que está media ebria y tambaleante en aquel lugar, uno de los casinos que resonaban en Mumbai. No era ludópata, excepto cuando estaba pasada un poco de copas, pero, no era nuevo realmente —¡Que pase la siguiente ronda! ¡Yo invito! —estaba ebria, pero se divertía a más no poder, era lo que le agradaba de tal vez tener un buen pasar. Se divertía con gente que conocía en el momento y ahí quedaba, como si todo fuera un sueño. Mumbai es bulliciosa, nunca calla y eso era lo que le agradaba a la castaña —Apuesto.. Negro, veinte o veintiuno, el que sea negro —mareada, así estaba, pero aquello no era de importarle mucho aunque, a su división si le importaba. Era la de las fiestas, la ebria, la floja que no le gustaba trabajar por obligación y trabaja cuando quería. Ahora ¿cómo no la han desterrado o echado de aquella poderosa división? Es buena cuando trabaja. Sus planes no fallan, saca probabilidades, estadísticas, informes completísimos, detalles que muy pocos sacan, ella los tiene a mano, además, a su jefe le gustaba como ella lo hacía, sin si quiera decirle, tenía todo listo.

—¡Hey! Se están tardando~ —canturreó, entre risas leves mientras la ruleta giraba. Otra vez, ganó en la ruleta. Los apostadores se quedaban sin ni uno y ella, con montañas y montañas de fichas que salían tanto y más que su sueldo o salario, como gusten y acomode de llamarlo. Fanática de las armas y de los juegos de estrategia, se levantó con una bolsa de fichas, se tambaleaba y de la bandeja de los garzones, sacaba otro trago, más sake, su favorito. Suspiró, mientras caminaba hacia uno de los juegos, un juego nuevo. Era como el clásico Batalla de barcos que uno jugaba o una especie de ajedrez, sólo que con fichas. Sonrió, estaba en su salsa. Se acercó y un fanfarrón le habló, el que estaba — Soy el mejor de acá ¿acaso nadie puede vencerme? —fanfarrón fanfarroneando —Vamos, podría trabajar en cualquier división de inteligencia de Potestad, Apollon, MRA, Cerberus, donde sea, los mataría a todos —soltó carcajadas que retumbaban en el lugar. La castaña sonrió y en su mente, una imagen sádica apareció, mirando a aquel hombre y simplemente se paró en el asiento contrario —Bueno, te desafío, Napoleón —un sobrenombre un tanto irónico a decir verdad. Ladeó la cabeza, sonrió sutil y miró al contrario, tomando asiento. No bastó decir palabras, sólo empezar el juego.

Resumiré la partida, en el comienzo, un poco del desarrollo, clímax y final. ¿La apuesta? La libertad y vida de cada uno. Comienza, la fémina le siguió el juego y se hizo la mala en lo que era de las mejores. Miraba al contrario, y su cara de confiado, como sonreía al saber que tendría una nueva esclava para él, para hacer lo que quisiera con ella. Pero, todo da un giro inesperado ¿no? A los pocos minutos, su suerte empezó a cambiar. La fémina con calma iba diciendo y diciendo números y letras claves, destruyendo cada una o más bien, apoderándose de cada una de las fichas de aquel sujeto. Sonreía, un tanto sádica —Estabas sonriendo y fanfarroneando hace un rato ¿no? —comentó entre risas leves, divertidas al ver la desesperación de aquel sujeto. Mantenía la sonrisa y le miraba —Me aburrí, terminaré esto rápido —bastó con decir literalmente dos claves y nada más y ya estaba, había ganado, se apoderó de cada una de las fichas. El sujeto le miraba atónito, sin poder creer aquello que había pasado —Y eso que estoy medianamente ebria, mareada realmente —comentó, entre risas leves. Se levantó, ladeando la cabeza y sacando una de sus armas de bolsillo, apuntando al sujeto y disparando en medio de la frente —Inútiles como tú no deberían existi —comentó, guardando el arma. La gente simplemente miraba y luego seguía con lo suyo. Bostezó y miró su móvil, era una de las chicas de la división, cortó. Un mensaje:




—Que molestos.. —comentó, tratando de seguir con su aventura por el lugar, pero, bueno, toda diversión tiene que ser interrumpida ¿no?